36 cosas que hay que hacer para que una familia funcione bien (ed. Espasa, 2011), es el cuarto libro de Leopoldo Abadía, el economista que consiguió explicarnos la crisis económica de una forma clara, sencilla y divertida, además de señalar las claves para enfrentarla y superarla. En esta ocasión cambia de tercio para ofrecernos una obra que se acerca a la institución de la familia con el mismo estilo campechano, ameno, divertido, claro y directo de sus anteriores obras.
El autor parte de su experiencia de familia numerosa con 12 hijos, 11 yernos y nueras, además de 40 “nietos y medio”, para reflexionar sobre la familia desde la perspectiva de que cada familia es diferente, por lo que el libro está hecho para hacernos pensar, no para copiar modelos. Creo que este planteamiento resulta todo un acierto, ya que Leopoldo Abadía muestra humildad y sensatez, no queriendo imponer su experiencia y sus puntos de vista, sino exponiéndolos invitando a la reflexión, porque cada familia es un mundo y “se trata de ver cómo hacen las cosas otros para, después de procesarlas, decidir cómo las hago”.
La lectura resulta de lo más amena y el libro se dirige a personas de cualquier ideología, “este libro está escrito para todos los que quieran leerlo, sean de derechas, de izquierdas, de los que rezan mucho, de los que rezan poco, de los que no rezan nunca ni rezarán jamás”, porque lo que preside la obra es el sentido común tan característico en el autor y que es válido para cualquier familia.
El origen de la obra nace en el año 1983, de una reunión en la que le pidieron que hablara sobre la responsabilidad y cariño en la familia. Leopoldo planteó la conferencia “describiendo los pequeños detalles que hacen que una vida en familia sea feliz y que si no se cuidan, convierten aquello en un infierno”. Fue un éxito rotundo y continúo ampliándola hasta el nacimiento de este libro. Por razones que explicará al principio de la obra, los 26 puntos de la conferencia, pasaron a 36 del título y a los 53 que, finalmente, encontramos en el libro.
Partiendo de sus experiencias familiares y personales, nos ofrece consejos para todo tipo de situaciones y relaciones familiares, situando a la institución familiar en el lugar de privilegio que le corresponde, como “el primer negocio de cada persona. La primera responsabilidad”. Nos invita a mirar más allá de los árboles que no solo nos impiden ver el bosque, sino que hacen que nos olvidemos de que existe.
Con ejemplos prácticos y originales nos muestra cómo el amor, el respeto y el cuidado de los pequeños detalles son la base de la felicidad familiar. De esta forma, podemos resolver conflictos, discusiones, enfados, también aportar sal a la vida familiar, salir de la monotonía, dar importancia a cada miembro. Sea cual sea la situación, se nos invita a ser optimistas, luchando con uñas y dientes para salir adelante.
Comprobaremos el valor del amor, el cariño, el esfuerzo, el trabajo, la formación, la educación, el respeto, el libre albedrío o la confianza. El autor no lo expone de forma teórica, sino con ejemplos sacados de la vida diaria, cotidianos, cercanos, con los que todos nos podemos identificar.
“El gurú de la economía” nos ofrece un libro acertado, sensato, divertido, escrito con realismo, señalando también los defectos y dificultades que se presentan porque “en este mundo no hay ganadores. Hay gente que trabaja, que lucha, a la que, como a todo el mundo, unas cosas le salen bien, y otras, medio bien”.
El libro está dirigido tanto a padres como a hijos, hay consejos para todos, aunque me gustaría finalizar con su reflexión sobre el amor en el matrimonio que hay que “fabricarlo día a día, con alegrías, con tristezas, con algunos éxitos, con muchos fracasos, con la idea clara de que, aunque me canse, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera, ese matrimonio lo saco adelante, pase lo que pase”.
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