El escritor Chuk Hogan y el director de cine Guillermo del Toro, se han unido para ofrecernos “Nocturna” (ed. Suma de Letras, 2009) el primer título de una trilogía que nos ofrece una nueva perspectiva sobre el mundo de los vampiros que supera con creces a los ñoños e insulsos protagonistas de la saga “Crepúsculo”.
La novela mantiene un ritmo frenético con una atmósfera asfixiante ya desde la primera página con un comienzo impactante. Un avión procedente de Berlín aterriza en el aeropuerto JFK de Nueva York con 210 personas a bordo. En principio, todo parece normal, hasta que las luces del avión se apagan y nadie en su interior parece dar señales de vida. Las autoridades temen que puedan encontrarse ante un secuestro, una atentado trampa o una epidemia.
La noticia comienza a extenderse, los medios de comunicación se vuelcan y una multitud expectante se reúne alrededor del aeropuerto. Finalmente, un equipo consigue entrar en el avión, descubriendo los cadáveres del pasaje en estado de relajación sin presentar ninguna señal de violencia y sin muestras de que se hayan producido escenas de pánico. Las autoridades presentan el incidente como controlado ante la opinión pública, pero la realidad es que hay múltiples piezas que no encajan, hechos inexplicables, un ataúd gigante con tierra que desaparece y los cadáveres sin una gota de sangre en su interior. La aparición de cuatro supervivientes en estado de inconsciencia dará un vuelco a la investigación, al ser portadores de un extraño virus que se extiende de forma impecable entre la población. Todos tienen un deseo insaciable de beber… sangre.
El encargado de la investigación será el doctor Ephraim Goodweather, del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, director del Proyecto Canary, “un equipo de reacción rápida integrado por epidemiólogos entrenados para detectar e identificar amenazas biológicas. Su labor incluía la detección de amenazas naturales, tales como enfermedades virales y rickettsiales que se encuentran en la naturaleza, así como brotes de origen humano”. Eph recibe el encargo en el peor momento a nivel personal, ya que se encuentra en plena batalla con su ex mujer por la custodia de su hijo, quien suponía para él toda su vida. A pesar de la inoportunidad del caso, está dispuesto a llegar al fondo del asunto, convencido de que “tiene que haber una respuesta en algún lugar, una explicación, una lógica. Está sucediendo algo imposible, necesitamos descubrir la causa y detenerla”.
La aparición de Abraham Setrakian, un anciano judío, prestamista, superviviente de un campo de concentración le dará las respuestas que busca, aunque no serán las que espera. Estudioso del Talmud y la Zohar y experto en los secretos de los misticismos judíos el anciano le revela la verdadera naturaleza del monstruo al que se enfrentan, cuyos orígenes se remontan a siglos atrás, “se ha roto una tregua: un pacto sagrado y antiguo, por parte de un hombre que ya no es un ser humano sino una abominación. Una abominación ambulante y voraz”. El ser humano se enfrenta a su propia destrucción, en medio de una batalla entre vampiros, en la que los hombres no son sus enemigos… sino sus presas.
Comienza así una carrera contrarreloj por detener al monstruo, mientras la ciudad de Nueva York se siembran de violencia y sangre, en una lucha entre el bien y el mal que queda ilustrada por un eclipse de sol que supone un mal augurio, “la Luna muerta eclipsando al Sol vivo. La noche ocultando al día”.
Además de la investigación principal, la novela supone una historia coral con el relato de las peripecias personales de los supervivientes y de diferentes personajes relacionados con la investigación, así como la actuación en la sombra de un personaje siniestro partícipe de una conspiración relacionado con los terribles acontecimientos.
La novela se desarrolla a un ritmo trepidante, sin dar tregua al lector, incidiendo también en las problemáticas personales de algunos de los personajes, especialmente Eph, y reflejando anhelos del hombre como el de conseguir la vida eterna y reflejando también la naturaleza miserable del ser humano, aún mayor que la de los monstruos, algo que se muestra en la experiencia de Abraham en el campo de exterminio donde vio la maldad de la criatura, aunque peor aún era la del ser humano, “aquella crueldad sobrepasaba cualquier otra forma de exterminio, no sólo porque carecía de la más mínima dosis de piedad, sino porque era ejecutada sistemáticamente de una manera fría y racional.”
Esto es sólo el comienzo, nos esperan más títulos y también la película, así que sólo nos queda esperar…
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