Después de cinco años desde el último título de la serie publicado encontramos a Rubén Bevilacqua (Vila), con 45 años de edad, ascendido a brigada y en plena crisis profesional. Los jueces han dejado en libertad, por falta de pruebas, a un asesino encerrado por él, después de haber invertido 10 años en una investigación en la que se implicó totalmente y que bordó, no cometió ningún fallo para evitar que pudieran absolver al culpable, como finalmente ocurrió. Vila se está planteando dejar el cuerpo y pasarse a la seguridad privada. Desalentado e irritado recibe el encargo de investigar un asesinato, en apariencia, irrelevante. El brigada se toma el trabajo como una carga pero su jefe le obliga a continuar, sabedor de que su mejor subordinado puede estropearse para siempre.
Comienza la investigación del asesinato con desgana. Óscar Santacruz, de 39 años de edad, apareció muerto con dos tiros en la nuca en el ascensor de su propio edificio. Ningún vecino ha oído ni visto nada, por lo que parece el trabajo de un profesional. Tenía antecedentes por lesiones, amenazas y drogas. Todo apunta a un ajuste de cuentas. El caso se irá complicando y Vila descubrirá que la personalidad del asesinado era mucho más compleja e interesante de lo que podía parecer en un principio. Además, se identificará con él a nivel personal, ya que Óscar estaba separado y las relaciones con su mujer eran tormentosas. Antes de ser asesinado, se encontraban en plena lucha por la custodia de su hijo de 8 años.
En la resolución del caso, Vila contará nuevamente con la ayuda de Virginia Chamorro, de 34 años, ascendida a sargento y, como siempre, seria, inteligente y eficaz. Se volverá a demostrar la complicidad entre los dos protagonistas, después de 10 años de trabajar juntos. Se añade, además, otro personaje, el joven guardia Arnau, reciente fichaje procedente de destinos rurales, a quién tenían el encargo de "foguear en las lides de la investigación criminal". Vila le subestima en principio por su juventud e inocencia, pero el joven le acabará sorprendiendo gratamente. El caso despertará el instinto cazador y de sabueso de Vila y la investigación avanzará a un ritmo ágil, desarrollándose de forma convincente, combinando las capacidades deductivas de los guardias protagonistas con los últimos métodos policiales.
El relato en primera persona de Vila nos hace asistir a una narración con un tono socarrón, divertido, sarcástico y muy crítico con la sociedad. La investigación nos situará en el contexto de una sociedad en plena crisis económica, siendo el mismo protagonista ejemplo de la situación actual: "tengo un hijo, una macrohipoteca y un microsueldo". De forma curiosa, se desvelará como la crisis afecta también al mundo del narcotráfico. Pero la novela se adentra también en temas conflictivos como la inmigración, las mafias extranjeras y la violencia de género. Por una parte, se muestra como "los ajustes de cuentas están convirtiendo a Madrid en una especie de parque temático del crimen organizado" y, por otra, el autor señala de forma valiente la situación de indefensión en la que quedan muchos hombres por una ley necesaria para intentar frenar la sangría de asesinatos de mujeres, pero que tiene graves defectos que llevan a terribles injusticias.
Mientras avanza una investigación que sacará a la luz una historia que parecerá en algunos momentos "disparatada e inconexa a más no poder", encontramos a un Vila nostálgico y melancólico que tendrá que hacer frente también a hilos sueltos a nivel personal y familiar, "me iba haciendo viejo, y hay cuentas que no conviene acarrear hasta la tumba". Compaginará su trabajo con la preocupación por su hijo adolescente, en edad crítica con decisiones que marcarán su futuro. La edad ha convertido al protagonista en un personaje resabiado y desconfiado con la naturaleza humana, actitud que le hará acertar en muchos casos con sus diagnósticos, aunque se llevará gratas sorpresas como con la juez del caso, que se mostrará generosamente colaboradora en la investigación.
"La estrategia del agua" tratará también, de forma indirecta, temas como la corrupción judicial y los entresijos del mundo del corazón que, desgraciadamente, son de gran actualidad y el lector podrá identificar de forma clara. Para completar una novela redonda, las críticas del protagonista sobre la sociedad actual nos invitan a reflexionar e ir más allá de la intriga policial, ya de por sí de gran interés. Critica la falta de inquietudes profundas, "hoy nadie lee filosofía. Es incompatible con un modo de vida que en muchos aspectos solo puede resultar aceptable para aquellos que hayan dejado de reflexionar sobre las cosas y su porqué". También señala la vanidad del culto al cuerpo, "cuando aprenderían tantas tontainas que las pinturas de guerra, la peluquería y las inyecciones de bótox, son un arma muchos menos eficaz, en la escaramuza amorosa, que la serena conformidad consigo misma de una mujer contenta de serlo con todo sus avatares, incluido el paso del tiempo".
En resumen, se califica a nuestra sociedad como un mundo "sucio y tramposo", "en este país la gente ha perdido del todo la vergüenza, el sentido común o las dos cosas a la vez". Pero también encontraremos lugar para la esperanza, con personajes que harán de contrapunto a las miserias que se irán desvelando.
"La estrategia del agua" es una gran novela con un protagonista atípico en el género policial que tiene gran parecido con un personaje inolvidable, el inspector Wallander de Henning Mankell. Vila no es un superpolicía, comete errores y es consciente de sus carencias, que intenta suplir de la mejor forma. Lorenzo Silva es un claro ejemplo del buen momento de la novela negra en España, que no tiene nada que envidiar a los títulos que nos llegan del norte de Europa.
(Reseña publicada en MujerdeHoy)
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1 comentario:
La novela es absorbente, corrosiva y está muy muy bien escrita. La mejor de la serie de Bevilacqua y Chamorro.
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