¿En qué medida puede influir la sugestión en la memoria?
¿Es posible añadir información falsa a los recuerdos?
¿Podemos llegar a creer en recuerdos de acontecimientos que nunca sucedieron?
¿Somos conscientes de que la mente distorsiona las experiencias pasadas?
La psicóloga Elizabeth F. Loftus plantea y responde a estos inquietantes interrogantes en su libro “Juicio a la memoria” Elizabet Loftus (ed. Alba Oscura, 2010), en colaboración con la escritora Katherine Ketcham, adentrándose en los enigmas y misterios del funcionamiento de la memoria y sus fallos.
Loftus es considerada una de las psicólogas experimentales más influyentes del siglo XX. Sus investigaciones la han llevados a prestar testimonio como perito en casos judiciales, realizando informes sobre el reconocimiento por parte de testigos presenciales. Según ella misma indica “He dedicado veinte años de mi carrera a intentar erradicar el mito de que la memoria humana es infalible e inmune a la deformación.”
La declaración de los testigos presenciales ejerce una influencia enorme en el resultado de los juicios. Pero hay un problema, los testimonios se basan en la precisión de la memoria humana y, ésta falla, como demuestran las investigaciones realizadas por la autora que desvelan una realidad aterradora: “nuestros recuerdos pueden cambiar y alterarse sin remedio y lo que nos parece saber, lo que creemos de todo corazón, no es necesariamente cierto”. Estos testimonios dan lugar a que muchos inocentes sean encarcelados injustamente, incluso ejecutados cuando la condena es la pena de muerte. Es en estos casos, en los que la única prueba es la declaración de un testigo, en los que los informes de la autora son esenciales.
El libro está dedicado a todas los inocentes que han sido acusados y condenados por culpa “de las imperfecciones de la memoria. Mientras ellos sufrían, los verdaderos criminales estaban en libertad y a menudo reincidían”.
La autora nos desvela la existencia de “Innocence Project”, una organización estadounidense que se dedica a exonerar a inocentes condenados mediante pruebas de ADN y a reformar el sistema judicial para evitar la injusticia. En 2009 sacó a la luz 250 casos de inocentes condenados, “gracias a los análisis de los casos que ha recogido esta organización, ahora sabemos que la causa principal de las condenas de inocentes se debe a los defectos de la memoria humana.”
Las autoras narran el desarrollo de 8 casos en los que se pudo demostrar los fallos en la memoria de los testigos, confirmando que “el recuerdo y la verdad no siempre coinciden”. Los relatos son estremecedores, protagonizados por acusados por violación, secuestro, asesinatos en serie, pederastia, incluso un criminal de guerra nazi. Los testimonios acusaron a inocentes por los fallos de la memoria de los testigos, aunque no en todos los casos los acusados eran inocentes…
Leyendo este libro nos damos cuenta de la fragilidad de nuestra mente, ya que la memoria nos permite recordar, pero también, en muchos casos, reinterpretar nuestro pasado. En palabras de Mark Twain : “No es tan asombrosa la cantidad de cosas que recuerdo como la de las que recuerdo y no son ciertas”.
Teniendo en cuenta que muchos de los casos pueden terminar con pena de muerte, resultando irreversibles, es necesario afinar al máximo para no condenar a inocentes, aunque, como también se señala en el libro “Los juicios son asuntos humanos y, por lo tanto, necesariamente imperfectos”.
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