
El relato de Alice en primera persona se alterna con los sucesos ocurridos una semana después. David aparece en comisaría para denunciar la desaparición de su mujer y su hija. El detective Simon es un personaje muy peculiar que tiene una capacidad especial para la investigación, “Recordaba con total precisión, lo que encajaba y lo que no, sabía exactamente quién había dicho qué y cuándo. Su mente no dejaba escapar nada, ni una sola cosa. No era algo que le hiciera la vida fácil ni cómoda, pero era útil en el trabajo”. Simon, en contra del criterio de sus compañeros, desconfía de David y cree que la clave está en un caso del pasado. Laura, la antigua mujer de David fue asesinada y Simon cree que se equivocaron al arrestar al culpable.
La historia avanza en un ambiente agobiante. Los datos psicológicos que van a apareciendo sobre Alice nos hacen dudar sobre su versión, pero la investigación de Simon sobre el asesinato de Laura culpabiliza cada vez más a David. Alice dice que el bebé no es Florence, David afirma rotundamente que sí es. ¿Quién de los dos miente? ¿Por qué lo hace? ¿Tiene alguna relación este caso con el asesinato de Laura tres años antes? ¿Se equivocó la policía? ¿Está el verdadero asesino todavía suelto?
El libro nos guiará con giros en el guión hasta un final inesperado. En medio, una madre desesperada que estará dispuesta a todo por el bien de su hija: ·”No soy una luchadora, no por naturaleza. Nunca he pensado en mí misma como alguien fuerte; a veces he sido completamente débil. Pero ahora soy madre. Tengo que pensar en Florence además de en mí misma. En lugar de mí misma. La opción de rendirme está fuera de discusión”.
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