Esta “incomodidad” en las preguntas y en los planteamientos es la tónica general del libro “Derechos torcidos” de Esteban Beltrán (editorial Debate, 2009).
La intención del autor es disparar directamente contra “las ideas tótem que hacen la vida de una sociedad muy confortable”. Nos propone un ejercicio arriesgado: “adentrarnos voluntariamente en la posibilidad de negar algunas de sus ideas más consolidadas”.
En una sociedad en la que vivimos “anestesiados” por los políticos y medios de comunicación, es de agradecer libros como éste que nos invitan a pensar y reflexionar sobre ideas que tenemos asumidas sin haberlas pasado antes por un examen racional. Además, el autor nos invita a ser valientes y atrevernos a “pensar contracorriente”.
Por las páginas del libro desfilan tópicos, medias verdades y mentiras sobre temas relacionados con los derechos humanos como la pobreza, el terrorismo, las ONG’S, la guerra, etc. Las preguntas que se nos plantean son inquietantes y no tienen una fácil respuesta.
El tema de la relación entre los políticos y la opinión pública es muy interesante y lleva a preguntas tan incómodas como estas:
“¿Los sondeos realmente miden la pureza colectiva de nuestro pensamiento colectivo?”
"¿Es en realidad el pueblo el que "habla y elige" cuando en las elecciones generales irreprochablemente libres de muchos países europeos la abstención, en la mayoría de los casos, es superior en número al resultado obtenido por el partido votado mayoritariamente?”
Pero es el tema de la pobreza y las ONG’S el más importante y el que debe despertar nuestras conciencias adormecidas. Analiza la situación de las ONG’S y nos ayuda a realizar las preguntas adecuadas para identificar las que son dignas de confianza. También critica las grandes campañas contra el hambre, encabezadas por empresas y famosos y retransmitidas en Galas de Televisión, descubriendo la parte oscura y vergonzosa que se esconde detrás. Las soluciones no están en parches que alivien nuestras conciencias, sino en verdaderos proyectos eficaces para que los países afectados salgan de la pobreza.
Señala los culpables de la pobreza, aporta soluciones y nos reta con una pregunta: ¿estamos dispuestos a renunciar a nuestros privilegios para terminar con la pobreza en el mundo? En nuestras manos puede estar evitar que “50.000 personas mueran al día por falta inmediata de agua potable, leche y proteínas, vacunas, antibióticos, casa donde resguardarse y médicos a los que acudir”.
El tema de la legitimidad de las guerras también plantea preguntas de interés:
“¿Todas las guerras son y han sido siempre injustas?”
“ ¿Nunca hay motivo que justifique disparar y matar?”
“¿Debe ser el pacifismo a ultranza la respuesta automática a un conflicto armado?”
“¿La ausencia de violencia como dogma siempre ahorra sufrimiento y muertes?”
En temas como la guerra civil española y la transición el autor sí cae en los tópicos que intenta evitar en el resto del libro, pero, en general, es una obra valiente que se dirige directamente a nuestras conciencias.
En resumen, como el autor señala “no es posible un final perfecto para las guerras y las dictaduras pero debemos acercarnos lo máximo posible”. Podemos extenderlo a todos los temas que se tratan en el libro.
2 comentarios:
Jajaja...Muy buena la imagen del niño que no desea recibir limosna... Ojala eso nos dijeran todos los mendigos de la calle.
Pero si te das cuenta no podria estar más alejada de la realidad, aunque en el fondo sabemos el mensaje principal que se desea transmitir...
Miguel TE FELICITO POR TU BLOG cada día me sorprendes con los nuevos contenidos y los libros más actuales...
Muchas gracias por lo que comentas del blog.
Tienes razón en lo que comentas de la imagen, pero bueno, ya sabemos que lo ideal en este mundo es imposible.
Espero seguir sorprendiéndote en las próximas entradas...
Un saludo
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