lunes, 20 de febrero de 2023

La guerra carlista

Editorial Alba publica La guerra carlista, una joya para todos que quieran disfrutar de la buena literatura y descubrir las claves para conocer y entender episodios cruciales de la historia de España que siguen marcando la actualidad. 

Nada mejor que acudir a un maestro de la escritura, cercano a los hechos y comprometido ideológicamente, para descubrir una perspectiva fresca y diferente de una época que marcó el futuro de España y aún sigue condicionando parte de los episodios del presente. 

Leído hoy, el ciclo de La guerra carlista, que se presenta en una nueva edición a cargo de Ignacio Echevarría, resulta revelador porque ofrece además un cuadro histórico de la España tradicionalista que llega a nuestros días. 

La obra se publica con una introducción que aporta claves y datos que ayudarán al lector a sumergirse en el relato y entender mejor lo narrado por el genial escritor. 


En 1872 Carlos de Borbón y Austria-Este, llamado Carlos vii por sus adeptos, entró en España para ponerse al frente de las partidas sublevadas contra el rey Amadeo de Saboya, dando inicio a la tercera guerra carlista. Aunque la incursión fue un fracaso, la proclamación de la Primera República en 1873 dio alas a sus partidarios y el conflicto se extendió por todo el norte de la península; no concluyó hasta 1876 con la victoria de las tropas del nuevo rey Alfonso xii. Valle-Inclán, de familia carlista y durante muchos años defensor de «la Causa», dedicó a ella entre 1908 y 1910 tres novelas breves ̶ Los cruzados de la causa, El resplandor de la guerra y Gerifaltes de antaño ̶ y dos relatos ̶ Una tertulia de antaño y La corte de Estella ­̶ donde quiso representar la guerra en toda su complejidad, partiendo del protagonismo del pueblo. 

Con una formidable documentación, mezcló personajes históricos y ficticios que, a veces «lobos», a veces «niños», destilan «la ingenua y bárbara fragancia de un cantar de gesta»: guerrilleros fanáticos o cautos, militares leales o indolentes, nobles en decadencia, mendigos heroicos… El curso de la guerra, irreductible a una línea cronológica convencional, se refleja a través de una narrativa que ensaya una nueva y moderna ̶casi vanguardista ̶ forma épica, basada en lo múltiple y fragmentario y ajena a toda conclusión.

 

Ramón José Simón Valle Peña (futuro Ramón María del Valle-Inclán) nació en 1866 en Vilanova de Arousa (Pontevedra), hijo de un funcionario y periodista liberal; su madre, Dolores Peña, era de una familia terrateniente tradicionalista. Estudió Derecho en Santiago de Compostela, pero no terminó la carrera. En 1888 empieza a colaborar en prensa, en España y en México, donde pasó un año. Publicó su primer libro, Femeninas, en 1895, año en que se traslada a Madrid, donde empieza frecuentar los círculos literarios y debuta como actor en una obra de Jacinto Benavente. En 1899 una riña de café que llevó a la amputación de su brazo izquierdo frustró su carrera en los escenarios, pero no como autor, pues ese mismo año se estrenó su primera obra teatral, Cenizas. 

Entre 1902 y 1905 publicó las cuatro Sonatas que luego se unificarían con el título de Memorias del Marqués de Bradomín, uno de los máximos exponentes de la prosa modernista en España. En 1907 estrena la primera de sus «comedias bárbaras» de tema gallego, Águila de Blasón, a la que seguirían –aunque no fueron representadas– Romance de Lobos (1908) y Cara de Plata (1922); Divinas palabras (1920), no estrenada hasta 1932, también puede considerarse dentro de esta corriente. En 1910, con su mujer, la actriz Josefina Blanco, y la compañía de esta, emprende una gira por Latinoamérica. 

Entre 1908 y 1910 publica las novelas que conforman La guerra carlista, correlato literario de su adhesión al Partido Carlista y a la Comunión Católico-Monárquica, de los que se distanció al principio de la Primera Guerra Mundial. A partir de entonces su obra se centra en una visión, entre la tragedia y la farsa, de la realidad hispánica, que da pie a los «esperpentos» en teatro –Luces de Bohemia (1920), la trilogía Martes de Carnaval (1921-1927)– y a novelas que tuvo que publicar a sus expensas, como Tirano Banderas (1926) y la inacabada serie de El ruedo ibérico (1927-1932). Fue director de la Academia Española de Bellas Artes de Roma de 1933 a 1936, año en que moriría en Santiago de Compostela.

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