Yo, templario de Verónica Martínez Amat (Istoría, 2025) nos ofrece una historia de lealtad, traición y lucha en el corazón de la Europa medieval.
«Me llamo Sunifred, mi apellido no importa, pues no tengo raíces ni sangre que atestigüe mi nobleza, pero sí puedo declarar con orgullo que fui, he sido y soy, mal que le pese a muchos, un hombre, un hermano, un monje, un guerrero..., en definitiva, un caballero del Temple.»
Sunifred, un joven sin linaje ni apellido que lo respalde, pero con el temple de un auténtico caballero, relata su transformación de muchacho pícaro y desarraigado a sargento de la Orden del Temple en la encomienda de Tortosa. Es allí donde entabla una compleja relación con Hug de Monrós, un templario de carácter rígido y austero, y esa insólita amistad marcará el principio de una aventura épica en las postrimerías del siglo XIII. Ambos deberán enfrentarse a conspiraciones, secretos e intrigas, amén de iniciar un peligroso viaje para derrotar a quienes amenazan con destruir la Orden.
En su periplo, ambos caballeros cruzarán su camino con una niña cátara perseguida por la Inquisición, una dama descendiente de las guerreras de la Orden del Hacha y un fiero almogávar endurecido por la guerra.
Desde las orillas del Ebro en Tortosa hasta Tierra Santa, pasando por Occitania, Valencia y Sicilia, esta novela histórica nos sumerge en una Europa medieval convulsa, donde el honor, la lealtad, el deber y el deseo de pertenencia se ponen a prueba a cada paso.
Verónica Martínez Amat es licenciada en Filología Inglesa y Máster en Investigación Histórica, amén de haber realizado otros estudios relacionados con la Archivística y la Biblioteconomía. Su pasión por los libros y la lectura le vienen desde muy niña, despertando su imaginación a nuevos mundos y aventuras que, como no podía ser de otra manera, han acabado plasmados en el papel. Más tarde, descubrió en la Historia aquella inclinación natural que le faltaba para convertirse en una escritora de novelas.
Según sus palabras: «Hace tiempo que recorro el devenir de los tiempos, buscando rincones ignotos donde sumergirme y permanecer. Piedra antigua, sueños lejanos, símbolos tallados, leyendas, mitos, fábulas olvidadas... Y cuando hallo esa historia que eleva mi pasión al cielo, la hago mía, aunque no los sea, porque no puedo negarle a mi existencia la más pura y simple verdad: que mi corazón es libre y es la pluma quien me da la libertad.»
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