jueves, 25 de febrero de 2021

El hijo del chófer

 El hijo del chófer, de Jordi Amat (Tusquets, 2021) es un relato revelador, una historia de periodismo, chantaje y corrupción que se lee como un thriller.

Estamos ante una obra que nos muestra lo más deleznable del ser humano, con un personaje sumido en la corrupción, el chantaje, el acoso sexual y el asesinato. 

Pero lo más perturbador es ir descubriendo cómo alguien así va ascendiendo en el ámbito político de Cataluña, ayudándonos a comprender cómo en esta región de España se puede haber llegado a una situación tan caótica como la actual. 

El libro se lee de un tirón, conforme vamos pasando las páginas nos sumergimos en una historia digna del mejor thriller de mafiosos que nos sumerge en las cloacas del mundo del periodismo y el poder político y financiero, convirtiéndose así en una radiografía de la Cataluña y la España de la transición y los primeros años de la democracia, que ha ido perfilando y dibujando la realidad de nuestro país en la actualidad. 


Jordi Amat (Barcelona, 1978) es filólogo y escritor. En 2007 ganó el premio Casa de América de Ensayo con Las voces del diálogo. Poesía y política en el medio siglo y en 2016 obtuvo el premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias con La primavera de Múnich. Esperanza y fracaso de una transición democrática. El panfleto La conjura de los irresponsables lo situó como uno de los principales comentaristas políticos del presente y su polémico Largo proceso, amargo sueño ha sido saludado como obra fundamental para entender el siglo xx en Cataluña.

 

En la Cataluña donde Jordi Pujol ganaba una tras otra las elecciones y los medios construían la imagen de un oasis libre de corruptelas, la trayectoria del periodista y abogado Alfons Quintà (1943-2016) —literariamente reconstruida aquí por Jordi Amat— refleja una perversa encrucijada de asedio y poder, dinero y tráfico de influencias. Crecido a la sombra de Josep Pla y periodista de gran prestigio durante la Transición, a lo largo de los años, gracias a su conocimiento de las cloacas del poder político y financiero, Quintà —artista consumado del chantaje, el acoso y la manipulación— desarrolló una prestigiosa carrera mediática, llena, a la vez, de claroscuros inquietantes. 

Fue el primer delegado en Cataluña del diario El País, desde donde destapó el caso Banca Catalana; fue el primer director de la televisión autonómica catalana (nombrado por cuanto sabía de la trastienda del poder, según propia confesión); creó asimismo El Observador, un medio afín al gobierno convergente, cuya hegemonía terminó despreciando profundamente; y acabó sus días, sin apenas ser leído, denunciando los recortes en sanidad y la deriva del Procés. 

El trágico colofón a esta trayectoria se producía en diciembre de 2016: Alfons Quintà, enfermo, asesinaba de un disparo a su expareja y a continuación se suicidaba.


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