sábado, 12 de mayo de 2018

El legado de los espías

Editorial Planeta publica El legado de los espías, de John le Carré, el regreso de George Smiley veinticinco años después

Con más de 35 millones de ejemplares vendidos, traducido a 36 idiomas y publicado en 40 países, John le Carré es uno de los escritores más leídos e influyentes de nuestra época.

Entretejiendo pasado y presente para que ambos cuenten su propia historia, John le Carré nos brinda una novela magistral, soberbia e inolvidable, en las que se tratan problemas como dudas morales, Brexit, las cloacas del poder, el amor, vigilancia estatal, libertad o seguridad, y laten algunas preguntas muy incómodas: ¿de qué sirvió la Guerra Fría? ¿Tuvieron los espías un papel determinante? ¿Mostraron los agentes del MI6 mayor catadura moral que los de la Stasi?





David Cornwell (Dorset, Inglaterra, 1931), mundialmente conocido por su seudónimo literario, John le Carré, es la mayor leyenda viva de la novela de espionaje. Sus libros han vendido 35 millones de ejemplares en 40 países y han sido traducidos a 36 idiomas. Durante los años cincuenta y sesenta trabajó para los servicios de inteligencia británicos, tanto en su rama de política interior (MI5) como exterior (MI6). El éxito internacional de su tercera novela, El espía que surgió del frío, provocó que se centrara por entero en la literatura.

Su personaje más célebre es George Smiley, jefe del Circus, la agencia de inteligencia británica en el extranjero, presente en novelas como Llamada para el muerto, Asesinato de calidad, El topo, La gente de Smiley o El honorable colegial. La obra de Le Carré ha sido llevada en numerosas ocasiones al cine y la televisión, destacando producciones como El topo, El sastre de Panamá, El jardinero fiel, El hombre más buscado o El infiltrado. Investido doctor honoris causa por la Universidad de Oxford y escogido por la revista Time entre los cincuenta escritores británicos más importantes de 1945 en adelante, reparte su tiempo entre Londres y Cornualles.



El legado de los espías
En 1961 John le Carré publicaba su ópera prima, Llamada para el muerto, donde presentaba a George Smiley, el director del Circus, el servicio de inteligencia británico en el exterior (trasunto del MI6). Astuto y descreído, escurridizo y decente, culto y europeísta, implacable pero de buen corazón, aparecería en diversas novelas y se consolidaría como el personaje más emblemático de su creador, al tiempo que una de las figuras imprescindibles de la ficción de espías. Un cuarto de siglo después de su último avistamiento, en El peregrino secreto, Smiley sobrevuela la última novela de Le Carré, que sirve a la vez de precuela y de coda al clásico que lo lanzó a la fama, El espía que surgió del frío, aunque no hace falta estar familiarizado con sus pormenores para disfrutarla plenamente.

Peter Guillam, ex mano derecha de Smiley, un anciano duro de oído pero que conserva un vigor físico y una lucidez mental envidiables, lleva muchos años disfrutando de una jubilación idílica en el pueblo de la Bretaña que lo vio nacer, hijo de una bretona y de un héroe de guerra inglés que murió a manos de los nazis. Un fatídico día su tranquilidad se ve perturbada con la llegada de una carta en la que el servicio de inteligencia de su país le insta a acudir a Londres de inmediato para escuchar su testimonio en relación con una delicada investigación en marcha, la cual hunde sus raíces en unos acontecimientos del pasado en los que tuvo un papel destacado.

¿El motivo? Su pasado en la Guerra Fría lo reclama. Unas operaciones de inteligencia que habían sido el orgullo del Londres secreto y habían implicado a personajes como Alec Leamas, Jim Prideaux, George Smiley o el propio Peter Guillam están a punto de ser investigadas con criterios perturbadores, por una generación sin memoria de la Guerra Fría ni paciencia para atender a sus justificaciones.

Le Carré regresa al terreno que ha explorado y retratado como ningún otro escritor: el de la amoralidad, la duplicidad y la traición consustanciales a los servicios secretos, un mundo en el que se agolpan las dudas existenciales, como por ejemplo si el fin justifica los medios, o si los intereses del individuo están por sistema supeditados a los del colectivo. A los ochenta y seis años, después de seis décadas publicando y casi treinta años después de la caída del Muro de Berlín, John le Carré vuelve a apuntalar su condición de clásico con el vigor narrativo y la inteligencia que siempre lo han acompañado.

Al tiempo que se pregunta si las traiciones de la Guerra Fría siguen marcando el presente geopolítico de las grandes potencias, el novelista se interroga con insistencia sobre los cambios en el mundo del espionaje y realiza las inevitables comparaciones entre el tipo de agentes, las prioridades y las metodologías de la Guerra Fría y las que caracterizan el presente del MI6. Solo una cosa parece no haber cambiado, y es que espiar «era y sigue siendo un trabajo sucio», en palabras de William Boyd en su reseña entusiasta de la novela para New Statesman.




John Le Carré, el gran maestro
En su calidad de maestro de maestros, de viejo zorro de un género que ha ido innovando con cada nuevo libro, definiendo su evolución y, por tanto, dando testimonio de las sucesivas alteraciones en los campos de fuerzas geopolíticas desde la Guerra Fría hasta nuestros días, John le Carré es sin duda el mejor escritor de espionaje desde la segunda mitad del siglo XX hasta el día de hoy. En tanto que ex agente del MI6 que recaló Berlín en los años setenta, se sumó a una generación de pioneros que batieron personalmente los huevos antes de hacer la tortilla. A ella pertenecen, entre otros, Ian Fleming, padre del agente secreto más famoso del planeta, James Bond, que sirvió en la Inteligencia Naval Británica, Somerset Maugham, cuyos relatos fundacionales Ashenden, publicados en 1928, estuvieron precedidos por un breve paso por el servicio de inteligencia británico durante la Revolución rusa, y de Graham Greene, ya que el autor de El tercer hombre acató las órdenes directas del futuro desertor a la Unión Soviética Kim Philby en la Subsección de Asuntos Ibéricos.

Entre todos ellos Le Carré descuella por haber sido quien más profundamente ha contribuido a construir nuestro imaginario colectivo sobre la Guerra Fría y, más adelante, a abrirnos los ojos al crimen organizado global y la corrupción de los gobiernos y los conglomerados empresariales. Es dueño de una trayectoria que ha merecido elogios de colegas como Graham Greene, Philip Roth, Ian McEwan o Robert Harris, y de políticos de la talla de Barack Obama y Aung San Suu Kyi. Influenciado enormemente —según confesión propia— por Eric Ambler, autor del clásico La máscara de Dimitrios, el padre del mítico agente de la inteligencia británica George Smiley y de su némesis, el espía ruso Karla —brillantemente resucitados por el cine en 2011 en El topo de Tomas Alfredson—, reflejó como nadie el juego de dilemas morales y de faroles planteado por la Guerra Fría en los años setenta. A través de su desencantada mirada, el empleo de espía se sometió a un concienzudo proceso de desmitificación, priorizando de forma sistemática el análisis del factor humano.

Tras la caída del Muro de Berlín, el autor buscó nuevos enemigos y, sin abandonar las encrucijadas morales, dio un giro marcadamente de denuncia a su prosa. De la ambigüedad que demandaba la política de bloques pasó a cargar las tintas sobre las peores lacras del tramo final del siglo XX, mostrando por el camino la degeneración del oficio (El sastre de Panamá, El jardinero fiel, Amigos absolutos…).

Un ejemplo de la constante actualización de sus tramas era su penúltima novela, Una verdad delicada, centrada en una operación de contraterrorismo dirigida a secuestrar a un traficante de armas yihadista en… Gibraltar. Un cínico y trepidante mecanismo de relojería que, al igual que Robert Harris en The Ghost —adaptada al cine por Roman Polanski en El escritor—, ponía el foco en las turbias alianzas contraterroristas entre Londres y Washington.

Le Carré siempre se había mostrado reticente a hablar en público y a conceder entrevistas, ofreciendo con cuentagotas datos sobre sus años como agente del MI5 y del MI6, y prefiriendo evitar pronunciarse sobre las experiencias propias y los procesos de investigación que han moldeado sus aclamadas obras.

Más de medio siglo después de publicar su primera novela, el genial autor de clásicos como El espía que surgió del frío, El topo o El sastre de Panamá, por fin se decidió a compartir con sus lectores las vivencias, anécdotas, viajes e individuos que han dejado una huella más profunda en su carrera literaria en sus memorias noveladas, Volar en círculos, publicadas por Planeta en 2016. Le Carré ha anunciado que aunque no ha dejado de escribir, puesto que no sabe vivir sin hacerlo, su avanzada edad significa que El legado de los espías será muy posiblemente su última novela, no habiendo dudas además que supone la despedida de George Smiley, «de quien ya he dicho todo lo que tenía que decir». Un broche de oro a una trayectoria legendaria.



LA CRÍTICA HA DICHO…
«Le Carré es un escritor auténtico, dotado de una inteligencia formidable y de una sensibilidad moral muy acusada. Aunque seguramente no se describiría a sí mismo como un artista, su trabajo opera al más alto nivel literario en sus mejores momentos. El legado de los espías no solo convence por ser genuino territorio Le Carré, sino por el esmero y el ingenio con que cierra la amplia trayectoria del escritor […] Estamos delante de una pieza de ingeniería novelística sumamente astuta de la que su responsable tiene sobrados motivos de sentirse orgulloso. La habilidad y la inventiva con la que arma la historia quita el aliento; lo cierto es que desde El espía que surgió del frío no veíamos a un Le Carré brindando sus dotes de narrador de un modo tan potente y electrizante.» John Banville, The Guardian

«Una historia compleja y brillantemente confeccionada.» William Boyd, New Statesman

«[El legado de los espías nos muestra] a un gran hombre de letras ofreciendo una clase magistral sobre el género que él mismo ha definido. Continúa siendo un autor contemporáneo de primera clase, cuyo trabajo no dejará de leerse y releerse.» The Observer

«Le Carré ha vuelto a salirse con la suya [...] Un talento inmenso.» Evening Standard

«Ningún otro escritor ha descrito como él —de manera despiadada para los políticos pero apasionante para los lectores— las historias públicas y secretas de su tiempo.» The Guardian

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