Estamos ante la confirmación de un personaje y una serie que ya podemos decir que se convierte en referente para todos los aficionados al género. Otro autor que demuestra que el género policíaco atraviesa un momento dulce en España y nada tiene que envidiar a lo que nos llega de tierras nórdicas.
Julio César Cano (1965, Capellades, Barcelona) trabajó en el negocio familiar hasta que el mundo de la música llamó a su puerta. Durante varios años ejerció como músico y mánager de artistas nacionales como Los Rebeldes, Los Ronaldos o Brighton-64, y de artistas internacionales como Chuck Berry o Curtys Mayfield, entre muchos otros. Además, fue también guitarrista del grupo Gatos Locos. Actualmente se dedica a la publicidad, actividad que compagina con la escritura.
Como autor, es conocido tanto por sus ensayos y artículos sobre gastronomía y viajes, como por sus novelas y relatos, entre ellos Cocina, carretera y manta y Hojas de otoño. Ojalá estuvieras aquí es la tercera investigación del inspector Monfort. Reside junto a su familia en La Pobla Tornesa, provincia de Castellón, donde transcurre la serie del inspector Monfort. Este año ha sido reconocido con el Premio Letras del Mediterráneo en la categoría de Novela Negra.
Después de sorprender a libreros y crítica con Asesinato en la Plaza de la Farola, el primer caso en el que el inspector se traslada de Barcelona a Castellón, a petición del jefe de policía de Castellón, para investigar el asesinato de un vagabundo, y confirmar las buenas sensaciones con Mañana, si Dios y el diablo quieren, otro macabro asesinato que tendrá que investigar en la ciudad castellonesa, en un caso relacionado con unos extraños versículos bíblicos, llega la confirmación del autor con una novela que da un salto de calidad, profundizando en la personalidad del protagonista y sus problemáticas personales y familiares, además de ofrecer una intensa historia que se desarrolla en dos tramas alternas que el autor entrelaza con gran acierto.
Puedes llegar a esta novela después de haber leído las dos anteriores, o hacerlo por primera vez. No importa. Como suele ocurrir en este tipo de series las tramas principales son independientes y las circunstancias alrededor de los personajes protagonistas se explican para que todo lector pueda situarse con facilidad. Pero para que unos pueden refrescar la memoria y otros puedan conocer al peculiar protagonista, os incluyo una breve descripción:
El inspector Monfort
Superada ya con creces la imaginaria línea de los cincuenta, el inspector Monfort es uno de los policías que en teoría ya no existen, una especie poco común. Bartolomé Monfort Tena nació en Barcelona, a finales de los años cincuenta, en el seno de una familia de emigrantes venidos desde el pequeño pueblo de Vilafranca del Cid, en las frías montañas del interior de la provincia de Castellón.
Hundido tras la muerte de su esposa Violeta en un accidente de tráfico causado por terceros, desapareció del mapa para ingresar casi de inmediato en la academia de policía, donde se entregó a su trabajo en cuerpo y alma. Su dedicación completa al trabajo le convirtió pronto en un agente singular. Sus expeditivos métodos de trabajo lo han convertido en una figura incómoda en Barcelona y es trasladado a Castellón, donde el Comisario Romerales necesita un inspector solvente.
Monfort es un poli de los de antes. Un personaje que atrapa al lector desde las primeras páginas. Le gusta escuchar música mientras conduce su Volvo verde oscuro: Pink Floyd, Joe Cocker, Eric Clapton... y desmenuzar las letras de las canciones hasta relacionarlas con su propia vida.
Gourmet de paladar fino que, algunas veces, nos sorprende por sus extrañas y disparatadas mezclas gastronómicas. Entendido en vinos y en otros tipos de espirituosos de más alta graduación. Fumador compulsivo y arrepentido al mismo tiempo, Monfort lucha contra sus propios fantasmas y adicciones, mientras se enfrenta a los casos más complicados de Castellón de la Plana.
Ojalá estuvieras aquíHundido tras la muerte de su esposa Violeta en un accidente de tráfico causado por terceros, desapareció del mapa para ingresar casi de inmediato en la academia de policía, donde se entregó a su trabajo en cuerpo y alma. Su dedicación completa al trabajo le convirtió pronto en un agente singular. Sus expeditivos métodos de trabajo lo han convertido en una figura incómoda en Barcelona y es trasladado a Castellón, donde el Comisario Romerales necesita un inspector solvente.
Monfort es un poli de los de antes. Un personaje que atrapa al lector desde las primeras páginas. Le gusta escuchar música mientras conduce su Volvo verde oscuro: Pink Floyd, Joe Cocker, Eric Clapton... y desmenuzar las letras de las canciones hasta relacionarlas con su propia vida.
Gourmet de paladar fino que, algunas veces, nos sorprende por sus extrañas y disparatadas mezclas gastronómicas. Entendido en vinos y en otros tipos de espirituosos de más alta graduación. Fumador compulsivo y arrepentido al mismo tiempo, Monfort lucha contra sus propios fantasmas y adicciones, mientras se enfrenta a los casos más complicados de Castellón de la Plana.
La novela comienza con un brutal combate clandestino de boxeo que supone un primer gancho de derecha al lector que impacta y adelanta la intensidad de una novela cuyos personajes van a experimentar, sentir, amar, sufrir, odiar y... matar. A continuación nos trasladamos al Mercado Central de Castellón es uno de los lugares emblemáticos de la ciudad, con una actividad frenética, frecuentado por clientes, curiosos y turistas que disfrutan de un espectáculo de colores, olores, sabores y sonidos. Pero este lugar emblemático se convertirá en el escenario del crimen de Pedro Casas, un empresario que se dedicaba a comprar baratijas en China para luego venderlas en tiendas de bajo coste y cuyo cuerpo aparece degollado junto al cuarto donde se guardan los enseres de limpieza.
El comisario Romerales vuelve, una vez más, a solicitar los servicios del carismático inspector Monfort, que esta vez se encuentra en una situación complicada al estar su madre ingresada en el Hospital de Sant Pau de Barcelona en situación crítica. Todo apunta a que en pocos días se producirá el fatal desenlace y Monfort tendrá que investigar el asesinato al mismo tiempo que se enfrenta al destino de su madre, a la enfermedad mental que sufre su padre, y a algunos secretos familiares que saldrán a la luz.
Monfort contará con la ayuda de los agentes Terreros y García, y especialmente de la agente Silvia Redó quien tampoco vive su mejor momento, al haber roto con su pareja y vivir una etapa de remordimientos, dudas y confusión. Juntos tendrá que lidiar con estos problemas personales y familiares al mismo tiempo que afrontan una investigación que se presenta complicado y en el que en principio sólo cuentan con una evidencia sólida y verdadera: "no tenían ni idea de por dónde empezar". Con pocos efectivos para afrontar el caso con garantías, pocas pistas, apenas algunas especulaciones y unos argumentos poco creíbles y sin fundamente, el equipo policial sufrirá además la presión de sus superiores, instalados en lo políticamente correcto y reticentes ante los métodos "demasiado expeditivos" del inspector.
Y aquí encontrar a Monfort en su estado puro, rebelándose contra tanto buenismo y con una filosofía clara: "trato de hacer las cosas de forma legal, como dictan las normas, pero soy consciente de que acabo trabajando a mi manera. Me resulta más fácil me lleva directamente al asunto. No sería el mismo si no fuera capaz de tomar algunos atajos por mi cuenta. Además, estoy convencido de que cuando se haga de otra forma, los índices delictivos serán mucho peores". Y Monfort no está sólo, encontrará en Silvia a su mejor aliada.
Mientras asistimos al desarrollo de la investigación, conoceremos el relato alterno de una pareja de jóvenes que nos va a sorprender desde el episodio inicial en el que se conocen siendo adolescentes y que va a marca sus vidas para siempre. Carmen y Luis provienen de familias desestructuradas, se han criado en ambientes precarios, arrastran infancias duras, traumáticas, están necesitados de cariño, y acaban uniendo sus caminos y huyendo de vidas miserables para terminar cayendo en su propia miseria. Intentando alejarse de sus demonios terminarán en un infierno.
En principio no entenderemos qué relación tiene las dos tramas, pero poco a poco iremos comprobando como las piezas van cobrando sentido y terminan encajando a la perfección. Y poco más puedo contar, el resto hay que descubrirlo y disfrutarlo, algo que va a resultar fácil, el autor ha construido una trama convincente, una investigación policial muy entretenida y una historia secundaria dura, impactante, muy intensa, que tiene su voz propia más allá de su relación con el caso. Pero hay más ingredientes de interés, las problemáticas de Monfort nos van a ofrecer emotivos episodios que no sólo no entorpecen la trama policíaca sino que le añaden más intensidad y hace que sus protagonistas sean más cercanos y creíbles.
El cóctel de secretos, mentiras, celos, engaños, odios, venganzas, ajustes de cuentas, rivalidades, sexo, alcohol y avaricia nos va a mantener en vilo de principio a fin y va a demostrar una de las frases preferidas de Monfort: "Todo el mundo miente o tiene algo que esconder". Pero hay algo en lo que el protagonista se equivoca. El inspector se va a enganchar con una novela que está relacionada con la investigación y que va devorar de forma compulsiva, pero cuya lectura va a retardar por una curiosa razón: "¿No le pasa que cuando lee algo que le gusta mucho retrasa su final expresamente?". Pues te aseguro que no va a ser así con esta novela, no porque no te vaya a gustar, sino porque no vas a poder retrasar su final y necesitarás saber cómo se resuelven todos los frentes abiertos.
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