Mar abierta, de María Gudín (Grijalbo, 2016) es una novela que mezcla con gran acierto realidad y ficción en una hermosa historia que se desarrolla en una Inglaterra asolada por la guerra civil y un Caribe infestado de bucaneros y corsarios.
Otra de esas lectura ideales para el verano, en la que aventuras, amor y misterio se dan la mano en una trama con unos protagonistas que tendrán que enfrentarse a todo tipo de adversidades.
María Gudín (Oviedo, 1962) se dio a conocer con enorme éxito a los lectores gracias a su primera novela, La reina sin nombre (2006), ambientada en la España goda del siglo VI, a la que siguieron Hijos de un rey godo (2009) y El astro nocturno (2011). Desde entonces ha estado inmersa en la escritura de Mar abierta, donde muestra una vez más su gran sensibilidad para crear personajes que cobran vida más allá de las páginas y su destreza para trasladarnos a otras épocas. Es médico especialista en neurología y, desde 1992, reside en Ciudad Real, en cuyo Hospital General trabaja. También imparte clases en la universidad. El tiempo que le queda libre lo consagra a leer y escribir.
Mar abierta es la historia de dos niños que prometieron estar juntos para siempre, en una mansión llena de pasadizos y secretos en la Inglaterra de Carlos I Estuardo, en una guerra cruenta que dividió un país y sus familias, y en un Caribe infestado de bucaneros y corsarios donde algunos hombres no olvidan lo que significaba el honor.
La autora maneja con maestría el pulso narrativo, ha construido unos personajes potentes, ricos en sus perfiles, ha tejido una trama que busca entretener, y lo consigue, sin descuidar la ambientación histórica, fruto de un arduo trabajo de investigación tal y como la autora explica en las notas finales. De esta forma la pasión, la épica y la aventura presiden todo el relato, con personajes llevados al límite, teniendo que superarse, enfrentar la adversidad, en una lectura compulsiva, que atrapa de principio a fin.
La sinopsis ya resulta atractiva y es una invitación a sumergirse en las aventuras que la autora nos tiene preparadas. Un sol cegador entra a raudales cuando la esclava y curandera Josefina descorre con energía los cortinones. Fuera, en ese luminoso abril de 1655, la ciudad colonial de Santo Domingo rebosa un bullicio y una alegría que no se respiran en la habitación en penumbra donde se refugia Catalina de Montemayor y Oquendo. Pero ¿qué sabrá la criada de esta joven que vive en silencio, sumida en sus recuerdos, desde que llegó a la isla de La Española? ¿Qué historia guarda para sí?
Una historia que arrancó en Sevilla, en 1638, cuando Catalina, entonces una niña, y su madre Isabel de Oquendo, hija y nieta de almirantes vascos, se embarcaron en un galeón para reunirse en el Nuevo Mundo con un padre y un marido al que no veían desde hacía años. El destino quiso que terminasen en Londres, retenidas a la fuerza.
Una historia que prosiguió en Oak Park, la Casa del Roble, propiedad de los Leigh, donde Catalina fue acogida como una más y encontró al mejor compañero de juegos posible: Piers, el hijo menor de la familia.
Juntos habían buscado a los fantasmas que, se decía, recorrían la mansión las noches de luna llena. Juntos se habían escapado a la cercana ensenada, desde la que se divisaba una mar abierta, indomable, por la que ambos soñaban navegar algún día. Y juntos habían crecido, hasta que una guerra fratricida los separó.
Con una prosa cautivadora y un ritmo imparable, Mar abierta nos sumerge en la apasionante historia de dos niños que prometieron estar juntos para siempre, en una mansión llena de pasadizos y secretos en la Inglaterra de Carlos I Estuardo, en una guerra cruenta que dividió un país y sus familias, y en un Caribe infestado de bucaneros y corsarios donde algunos hombres no olvidaban lo que significaba el honor.
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