La prueba del cielo (ed. Zenith, 2013) es un libro que llega a España después de llevar 26 semanas encabezando la lista de más vendidos de The New York Times, y haberse publicado en 35 países. Su autor, el neurocirujano Eben Alexander, relata un increíble episodio que cambió su vida para siempre, una peculiar experiencia cercana a la muerte que le dio una nueva perspectiva sobre la vida, contraria a todo lo que había creído hasta ese momento: “Dios y el alma existen realmente, y la muerte no es el final de la existencia personal, sino una mera transición”.
Son millones las personas que afirman haber tenido experiencias cercanas a la muerte y haber visitado el cielo y, en mi caso, siempre existe un gran escepticismo ante estos testimonios, pero el perfil de Eben Alexander y el riesgo al que expone su reputación, añaden cuando menos una nota de interés que hace que este libro haya llamado mi atención.
Durante más de veinte años, el autor trabajó en el ámbito de la neurocirugía académica dedicados por entero a comprender el funcionamiento del cerebro. En este tiempo, había oído numerosos relatos sobre personas que habían tenido este tipo de extrañas experiencias, habían viajado a lugares increíbles y hablado con el mismísimo Dios. El siempre había creído que estos relatos eran meras fantasías creadas por sus cerebros, y es que a lo largo de su carrera había terminado desechando todo lo sobrenatural y había llegado a la conclusión de que el cerebro era “la máquina capaz de generar el fenómeno de la conciencia”, solo era cuestión de tiempo averiguar cómo las neuronas lograban obrar este “milagro”.
Pero todo cambió un 8 de noviembre de 2008 cuando en el cuerpo de Eben se dieron una serie de circunstancias que provocaron lo que algunos han denominado “la experiencia cercana a la muerte perfecta”. Regresó de esta experiencia transformado y convencido de que “la muerte del cuerpo y del cerebro no supone el fin de la conciencia, que la experiencia humana continúa más allá de la muerte. Y lo que es más importante, lo hace bajo la mirada de un Dios que nos ama a todos”. Desde ese momento, su propósito principal en la vida es poder relatar lo que le sucedió de una manera adecuada, sabedor de lo complejo que es transmitir una experiencia “completamente ajena al racionalismo convencional”.
El relato de Eben va más allá de esa experiencia concreta y retrocede a su infancia y a cómo su visión sobre la existencia de Dios fue evolucionando hasta verse transformada completamente cuando entró en coma. En manos del lector queda creer o no lo relatado por el autor, lo cierto es que la descripción que hace sobre lo que experimentó es bastante confusa, y también algunas de las conclusiones que sacó a su regreso. Pero siempre es de agradecer un libro que nos invita a reflexionar sobre la vida después de la muerte, sobre la realidad espiritual que trasciende a lo físico, y sobre la existencia de un Dios personal que nos ama y se preocupa por nosotros. Un primer paso para llegar a experimentar y comprender esas palabras que en la Biblia aparecen claramente explicadas y que el autor había oído una y otra vez en la iglesia: “vida eterna”.
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Parece un libro interesante!!besotes
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