Inferno (ed. Planeta, 2013) es la nueva novela de Dan Brown, un autor admirado y odiado por igual. Su personaje protagonista, Robert Langdon, el profesor de Historia del Arte y Simbología de la Universidad de Harvard, se enfrentará en esta ocasión a un misterio relacionado con una de las obras míticas de la Literatura universal, la Divina Comedia de Dante. El resultado es un thriller con altibajos, que repite fórmulas anteriores y que añade algún elemento nuevo que conseguirá atrapar nuevamente a sus seguidores.
Lo mejor de la novela es que Dan Brown ha abandonado sus surrealistas tramas pseudorreligiosas, amparadas en un supuesto rigor histórico que no existía, y se centra en esta ocasión en un tema controvertido, actual, el peligro que supone la superpoblación para la supervivencia del ser humano, además de señalar también los dilemas éticos que se presentan con los avances científicos.
La novela tiene varios aspectos destacables como su atractivo comienzo, en el que encontramos a Robert Langdon despertando en un hospital de Florencia, con una herida de bala en la cabeza y con una amnesia retrógrada que le impide recordar cómo ha llegado hasta allí. Acompañado de la joven doctora Sienna Brooks, una brillante mujer con un enigmático y doloroso pasado, Robert comenzará una carrera contrarreloj por las calles de Florencia, intentado descifrar los códigos que esconde un extraño objeto que se encontraba entre sus pertenencias y esforzándose por reconstruir sus pasos antes de que fuese disparado y perdiese la memoria.
Las pistas que tendrá que seguir tienen relación con Inferno, el poema épico de la Divina Comedia de Dante.
Es aquí donde tenemos que reprocharle al autor que vuelva a repetir las mismas fórmulas que en las anteriores novelas, y es que ya no nos sorprende encontrar a Langdon enfrentándose a códigos secretos, enigmas históricos, conspiraciones y secretos antiguos, terrenos en los que se desenvuelve como pez en el agua pero que ya resultan monótonos. Lo que sí ha conseguido Brown es elegir un marco incomparable, la cuna del arte, una ciudad de Florencia que Langdon conoce a la perfección y que nos permitirá realizar un delicioso viaje por sus monumentos y por su fascinante historia. En cuanto a la Divina Comedia, es un tema que ya ha sido utilizado en numerosas ocasiones por otros autores en este tipo de thrillers, aunque el acierto de esta novela es el uso que le da el gran rival de Langdon, un brillante científico que se inspira en esta obra para desarrollar un maquiavélico plan para cambiar el mundo… o destruirlo.
En Inferno también aparecen otros interesantes personajes, que irán provocando giros argumentales que mantendrán el interés de la trama. Y descubriremos también la existencia de una inquietante organización, que el autor afirma en la introducción que es real (aunque ya sabemos la credibilidad que tiene Brown cuando realiza estas afirmaciones), el Consorcio, cuyo director había hecho fortuna proporcionando un menú privado de servicios a la medida de sus clientes y con solo una directriz ética: hacer todo lo que fuera necesario para mantener la promesa hecha a un cliente. Con una cartera en la que se encontraban millonarios, políticos, jeques, e incluso, también, gobiernos entero, el Consorcio se movía en los oscuros límites de la legalidad, con discreción, sin hacer preguntas, y llevando los contratos hasta el final, costase lo que costase, y sin dejar cabos sueltos. Y lo habían conseguido… por lo menos hasta ahora.
Arte, misterio, enigmas, historia, ciencia, dilemas morales, amenazas para la humanidad, asesinos… el cóctel que propone Brown vuelve a resultar explosivo, con aciertos y errores, aunque no se puede negar que estamos ante un thriller que entretiene, más allá de su exceso de páginas y de las críticas que se puedan hacer a su calidad.
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