El problema de Spinoza, de Irvin D. Yalom (Destino, 2013) es una interesante novela que mezcla la historia con la intriga y el análisis psicológico para recrear las luchas interiores de dos personajes alejados en el tiempo y en sus ideologías, pero curiosamente relacionados de forma misteriosa, el filósofo y humanista judío Baruch Spinoza y Alfred Rosenberg, uno de los principales ideólogos del nazismo.
El autor parte de un hecho histórico ocurrido en Ámsterdam en el año 1941 y envuelto en el misterio, la irrupción de un equipo al mando de Roserberg que confisca la biblioteca del filósofo judío Spinoza considerando que esos volúmenes son de gran importancia “para la investigación del problema de Spinoza”. Los libros no se quemaron, como habría sido habitual, sino que permanecieron guardados hasta que aparecieron en el año 1946 en una mina de sal en Alemania.
Al conocer este episodio, el autor quedó intrigado por la fascinación que Rosenberg manifestó por Spinoza, un judío excomulgado en 1656 por la comunidad judía de Ámsterdam y expulsado de su propia familia. Tomándolo como punto de partida realiza un acercamiento a las dos figuras, de forma alterna, sumergiéndonos en sus luchas internas a través de un preciso ejercicio de análisis psicológico.
En el año 1656 descubrimos a Spinoza, encargado del negocio familiar por el fallecimiento de su padre y de su hermano mayor. Tiene un encuentro en la tienda con un cliente que cambiará su vida y despertará su interés por aprender lenguas clásicas y leer a los filósofos de la antigüedad. Inteligente, inconformista e inquieto de espíritu, se enfrenta a la comunidad judía y a su familia resistiéndose a abandonar la lógica y el derecho a preguntarse y razonar.
De forma alterna se narra la vida de Rosenberg, a quien encontramos por primera vez en Estonia, en el año 1910, con 16 años y horrorizando a sus profesores por sus radicales ideas antisemitas. Rosenberg está imbuido por la obra de Houston Stewart Chamberlain y defiende un discurso racista y fanático contra los judíos afirmando que “si no tenemos cuidado, la raza judía acabará con nosotros. Son débiles. Son parasitarios. El enemigo eterno. La antiraza para la cultura y los valores arios”. Los profesores deciden encargarle un proyecto pedagógico esperando que cambie su forma de pensar. De esta manera conocerá la figura y la obra de Spinoza, personaje que le inquietará y obsesionará durante toda su vida.
Pero los esfuerzos de sus profesores fueron infructuosos y asistiremos al peregrinaje de Rosenberg por el fanatismo y el racismo, como periodista antisemita, ingresando en el partido de Hitler y escribiendo un libro que aportará “las bases ideológicas del partido nazi y ofrecerá una justificación para aniquilar a los judíos europeos”.
La novela alterna las dos épocas con acierto, mostrando las diferencias entre los dos personajes. Nos alerta sobre los peligros de la intolerancia y el fanatismo, sufrido por Spinoza y ejecutado por Rosenberg. El autor navega con maestría por la psicología y complejidades de los personajes y nos acerca con detalles a las ideas de Spinoza, del que personalmente destaco su lucha por la libertad de pensamiento, aunque discrepo en sus conclusiones sobre el contenido de la Biblia. Esta novela nos muestra que la religión como invento del hombre se impone por la fuerza intentando que el ser humano no piense, pero lo que no refleja es que la relación con Dios tal y como se expresa en la Biblia defiende lo contrario, es una invitación a abrir la mente, a usar la razón y descubrir de qué forma conocer la verdad nos hace libres.
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