Ser padres es todo un reto y la llegada de un hijo, especialmente si es el primero “hace que los temores y las consultas al pediatra se multipliquen”. Los padres depositan todas sus esperanzas en el pediatra poniendo en él expectativas que van más allá del campo de la medicina. Es en este contexto donde surgen todo tipo de anécdotas, provocadas en la mayoría de los casos por la inexperiencia y la ignorancia.
Todas las anécdotas presentadas en el libro son presentadas por reconocidos pediatras dando una mayor veracidad al contenido del libro. Las cinco partes del libro, agrupan las anécdotas en diferentes temas, en los que vamos a encontrar todo tipo de situaciones; casos curiosos, consultas surrealistas, reacciones sorprendentes y creencias de la calle estrafalarias, profesionales despistados, pediatras poco diplomáticos, médicos que pierden los nervios con los pacientes, errores médicos, enfermos que ponen a prueba la paciencia de los médicos, padres neuróticos o de los que se creen que lo saben todo, niños consentidos y chantajistas con sus padres, etc.
Las anécdotas, además de la parte curiosa y divertida, tienen también una función didáctica convirtiéndose en un práctico manual para los padres, ayudándoles en la educación de su hijo, tanto a nivel de salud física como mental. Una de las partes es una recopilación de toda la sabiduría que han aportado años de profesión, aportando luz sobre temas como la lactancia, vacunas, dolores de barriga en los bebés, problemas de sueño, etc.
Es curioso comprobar cómo las urgencias pediátricas se saturan en determinados horarios que son una muestra de nuestros hábitos de vida. ¡¡¡Ni el fútbol afecta la afluencia de padres con sus hijos!!! Unos de los pediatras comenta cómo sólo hubo 2 días en su carrera profesional en los que las urgencias estuvieron vacías: el 23-F, algo comprensible teniendo en cuenta que estamos hablando de un golpe de estado y otro que no desvelaré, pero que demuestra qué temas preocupan principalmente a los españoles… ¡patético!
El libro tiene tres protagonistas principales. Los padres protagonizan muchas de las anécdotas, como los que acudieron desesperados porque sus hijos no comían, anunciando después orgullosos que habían conseguido que su hijo comiera carne y pescado cada día; el problema es que para conseguirlo se lo daban ¡¡¡¡“muy picadito y mezclado con helado de vainilla”!!!; Mujeres recatadas que se refieren a la vagina como “donde mi marido me administra el sacramento del matrimonio”. Se hace también una relación de los epítetos que utilizan los padres para referirse a los órganos sexuales masculinos y femeninos, algunos resultan esperpénticos (no quiero ni imaginar lo que puede hacer John Cobra si llega a sus manos esta lista…).
Los médicos tienen que enfrentarse a situaciones esperpénticas y comprometidas, con el peligro, por ejemplo, de dar de alta a un niño con fiebre bajo la amenaza de ser decapitado por la madre. En ocasiones, tienen que echar mano de todos los recursos e imaginación porque “no toda la medicina viene en los manuales”. Un ejemplo es el profesional que tuvo que convencer a unos Testigos de Jehová para que autorizaran a hacer una transfusión de sangre a su hijo; el argumento usado fue efectivo y muy persuasivo. Los médicos necesitan ser muy precisos a la hora de explicar los tratamientos porque, en caso contrario, pueden producirse situaciones embarazosas y… ¡muy divertidas!
Se describen múltiples situaciones comprometidas, como la del médico que tenía que anunciar a unos padres que su hija estaba embarazada.
“- A ver señores, una adolescente a la que le crece la barriga, puede deberse a dos cosas; o a un tumor pélvico o a un embarazo. En otras palabras, lo que tiene la niña o es un tumor o es un hijo.
- Ay doctor, ¡qué sea un hijo!”
¡Esto es tener tablas!
En el libro encontramos también relatos desgarradores, como las cartas de un pediatra desde Sierra Leona, en las que no encontramos nada divertido, sino mucho sufrimiento. Algunas de las anécdotas son muy emotivas, como la de una adolescente que se provocó un aborto, los enfermeros dejaron al bebé de 450 gr. en una bandeja pensando que había muerto, para comprobar después que estaba vivo. Consiguieron que sobreviviera y la niña creció con normalidad hasta que acudió nuevamente al médico para presentarle a su propio hijo, “Sé que usted me salvó la vida y le estaré siempre agradecida por ello”.
Pero, por encima de todo, los principales protagonistas son los niños, que nos sorprenden por su espontaneidad y sinceridad y nos emocionan también con su inocencia e ingenuidad.
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¡Muchas gracias por la invitación!
ResponderEliminarUn saludo