martes, 14 de mayo de 2013

El porqué de los dichos, de José María Iribarren

El porqué de los dichos (ed. Ariel, 2013) es una edición actualizada del clásico de José María Iribarren, publicado en el año 1955, una obra de consulta obligada para todo aquel que sienta curiosidad por conocer el “Sentido, origen y anécdota de dichos, modismos y frases proverbiales” que usamos de forma cotidiana.


El autor, abogado, periodista, lexicógrafo y escritor, fue presidente de la sección de Folklore de la Institución Príncipe de Viana, vocal del Consejo Superior de Investigación Científicas, académico correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua y miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca, y dedicó toda su vida a compaginar su labor profesional con la tarea de recopilar modismos, refranes y todo tipo de expresiones populares que llamaban su atención. Pero no se conformó simplemente con recopilar, sino que investigó en el significado y origen de cada una de ellas.

Esta obra es el fruto de esta colosal labor de investigación y desde su publicación en el año 1955 se fue reeditando casi anualmente hasta que las reimpresiones se detuvieron en el año 2000. Esta nueva edición se publica con el propósito de cubrir esta laguna y lo hace con una cuidada presentación, con atractivas ilustraciones y una esmerada tipografía. Además, su contenido se organiza por orden alfabético facilitando su consulta.

De esta forma, comenzando por “A buen capellán, mejor sacristán” y terminando con “Zapatero, a tus zapatos”, el autor nos ofrece una entretenida y didáctica selección de los dichos y refranes que forman parte de nuestro lenguaje cotidiano. De forma amena se explica el significado, de dónde proviene y cuál el uso correcto de expresiones como “Culo de mal asiento”, “Quien se va a Sevilla pierde su silla”, “Quedarse a la luna de valencia”, “De la ceca a la Meca”, “Cría cuervos y te sacarán los ojos”, “Dársela a uno con queso”, “Tener guardadas las espaldas”, “A palo seco” o “Vete a la porra”.

El autor también nos invita a realizar un viaje por la historia que nos hará disfrutar con las entretenidas anécdotas que se esconden detrás de muchas de estas frases, añadiendo un ingrediente más de interés y calidad a la obra. Creo que no hay mejor forma de finalizar esta reseña que incluir una muestra de lo que vamos a encontrar en esta magistral obra.

- ¡Vete a la porra! … Esta castiza expresión, que muchos creen nacida y cultivada en Madrid, pero cuyo uso se extiende hoy a toda España, procede de la expresión militar de castigo “¡Vaya usarced a la porra, seor soldado!”, y tiene su origen en el colosal bastón que llevaba el tambor mayor de los antiguos regimientos. Este bastón, muy labrado y rematado por un gran puño de plata, era conocido con el nombre de porra. El tal bastón, clavado en cualquier lugar del vivac, acantonamiento o campamento, marcaba el sitio adonde tenían que acudir los soldados durante el descanso para sufrir el arresto impuesto por faltas leves que hubiesen cometido. La fórmula ¡Vaya usted a la porra! era correcta y usual, aunque ahora nos parezca dura y graciosa. El oficial, al imponer el arresto a un soldado, se expresaba en tales términos.

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