En busca de las fuentes del Nilo (ed. Crítica, 2013) es una excepcional obra del novelista y biógrafo Tim Jeal que nos invita a acompañar a siete grandes exploradores que arriesgaron sus vidas en una carrera por encontrar las fuentes del Nilo. Los descubrimientos realizados por estos héroes desvelaron secretos que habían permanecido ocultos durante siglos, pero también tuvieron consecuencias posteriores para el continente africano que el libro aborda de forma detallada.
A mediados del siglo XIX, en plena era de la máquina de vapor, la pila galvánica, las comunicaciones telegráficas y los cronómetros de precisión, el Nilo seguía guardando secretos que habían fascinado a personajes históricos como Nerón, Herodoto o Alejandro Magno y que hasta ese momento no habían sido desvelados. Enigmas como la localización de sus fuentes o por qué la inundación se producía en verano y no en invierno, permanecían sin ser desvelados.
A lo largo de las páginas del libro descubriremos las razones por las que el misterio de las fuentes del Nilo había permanecido durante siglos sin poder ser descubierto. Eran muchos los obstáculos que había que superar para poder llegar a conocer la verdad, fiebres y todo tipo de enfermedades tropicales que diezmaban las expediciones, un terreno accidentado, bestias de carga que caían víctimas de la mosca tsé-tsé, un clima adverso y conflictos por el tráfico de esclavos que provocaban el rechazo de los jefes locales hacia los extranjeros. Todas ellas eran razones de peso para disuadir a cualquiera de adentrarse en esas inhóspitas tierras, pero no fueron suficientes para amedrentar a siete héroes que entre los años 1856 y 1876 consiguieron desvelar los secretos del Nilo Blanco.
Los oficiales Richard Thomas Burton, John Hanning Speke y James Augustus Grant, el acaudalado escocés Samuel White Baker y su esposa Florecen von Sass (“La Dama del Nilo”), el médico misionero David Livingstone y el periodista John Rowlands, al que conocemos como Henry Morton Stanley, formaron un grupo de excepcionales exploradores que, paso a paso, consiguieron desvelar el misterio. El libro profundiza en sus caracteres, desvela sus motivaciones y las relaciones que se establecieron entre ellos, desmitificando sus figuras y permitiendo que los observemos desde la perspectiva de sus contemporáneos, para los que sus descubrimientos supusieron algo tan trascendental como lo sería en el siglo XX la llegada del hombre a la Luna.
La primera parte del libro nos desvelará el misterio sobre quién fue realmente el descubridor de la fuentes del Nilo, para lo que tendremos que seguir a cada uno explorador en sus peligrosas y fascinantes expediciones, enfrentando todo tipo de enfermedades, sufriendo penalidades, recibiendo heridas, además enfrentarse a las rivalidades, envidias y traiciones mutuas hasta que, finalmente, Stanley resolvió el misterio señalando al verdadero descubridor. Pero su valentía e iniciativa habría quedado en nada si no hubiera sido por la experiencia y motivación de sus guías, porteadores y criados africanos, así que el libro nos desvelará también la identidad de estos otros héroes que contribuyeron al éxito de las empresas de los siete exploradores.
La segunda parte del libro se detiene en las consecuencias de los descubrimientos para, en primer lugar, quitar la estigmatización de aquellos hombres a los que se les ha acusado injustamente de tener “los vicios expoliadores de la siguiente generación de aventureros y colonos europeos”. Entre los siete héroes del libro desvelaron el gran misterio escondido durante siglos, descubrieron lagos como el Tanganica y el Victoria, fueron los primeros blancos en llegar a los reinos de Buganda y Bunyoro, denunciaron el tráfico de esclavos y propusieron soluciones pensadas para mejorar la vida de los africanos. Pero lo que no sabían es que estaban dando origen a la explotación colonial y a trágicas consecuencias sobre el continente africano.
El autor dedica la última parte del libro a señalar a los verdaderos culpables de las problemáticas que siguen asolando a los pobladores de ese fascinante continente, indicando las motivaciones de los exploradores que lo dieron a conocer al mundo, y quiénes fueron los que estropearon su legado por la ambición y la avaricia, con gobiernos, tanto de Europa como de África, que no estuvieron a la altura de sus ideales.
Leer En busca de las fuentes del Nilo es adentrarse en un fascinante viaje, “la última manifestación del espíritu de aventura antes de que la competición de las grandes potencias y el reparto de las colonias quitaran de en medio a aquellos personajes extraordinarios y los sustituyeran por expediciones gubernamentales que avanzaban cada vez más deprisa por la senda del patrioterismo que, al término del viaje, conduciría a la muerte de la aventura en los barrizales del frente occidental”.
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