Padres sin derechos, hijos sin deberes (ed. Ariel, 2013) es un libro valiente, directo y clarificador de María de la Válgoma, sobre el laberinto jurídico de la infancia, escrito con un tono crítico y constructivo, que analiza los problemas y propone soluciones.
La autora es doctora en Derecho, profesora titular de Derecho civil en la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Derechos Humanos y Diplomada en Derecho de familia. Según indica el libro “sus intereses son muy variados, pero ha dedicado toda su vida a la educación en distintos campos, sobre todo en la docencia universitaria. Ha dado clases también a jueces y a reclusos y siempre ha dicho que sus mejores alumnos han sido los internos de la antigua cárcel de Carabanchel. Además de numerosos artículos jurídicos ha escrito con José Antonio Marina La lucha por la dignidad (Premio Juan de Borbón al mejor libro del año), La magia de leer y La magia de escribir.”
El propósito que se ha marcado la autora con este libro es ofrecer luz sobre una problemática legislativa y educativa envuelta en confusión y contradicciones, además de aportar su particular grano de arena para que “los que hoy son niños o menores lleguen a ser ciudadanos responsables y solidarios, que puedan desarrollar felizmente todas sus posibilidades y las de la sociedad en la que viven”.
El libro arranca con un excelente prólogo de Emilio Calatayud, Juez de Menores del Juzgado nº 1 de Granada. El conocido juez realiza una defensa de la familia como base y célula de la sociedad, tal y como ha demostrado la actual crisis brutal que estamos sufriendo y en la que la familia es la única institución que está aguantando el tirón y “gracias a ella seguimos luchando contra la crisis a pesar de los que nos gobiernan”.
Tanto el juez como la autora del libro denuncian el miedo que produce hablar sobre los deberes de los menores o los derechos de los padres, y lo políticamente incorrecto que supone defender el principio de autoridad, aún siendo un principio fundamental en el estado de derecho. El juez Calatayud señala que es conveniente “pararse a meditar qué es lo que estamos haciendo, qué queremos y hacia dónde nos dirigimos si no cambiamos el mundo”. Y esto es lo que hace la autora del libro, reflexionar e invitarnos a hacer lo mismo sobre temas como “la patria potestad, la familia, la madurez del menor, el interés del menor; el deber de educar y la libertad de conciencia, la adolescencia y el mayor emancipado”.
María de la Vágoma toma como punto de partida la eliminación en el año 2007 del artículo 154 del Código civil, “los padres podrán corregir moderada y razonablemente a los hijos”, algo que los medios de comunicación distorsionaron centrando su atención en aspectos sensacionalistas. Esta supresión de un elemento fundamental para la educación ilustra legamente una realidad que lleva años forjándose dentro de las familias, el que se conocía como “el rey de la casa” ha pasado a tener “el síndrome del emperador”.
Para que podamos entender cómo hemos llegado a esta situación la autora realiza un estudio que divide en tres partes. En la primera presenta “Los Hechos” haciendo un recorrido por las difíciles relaciones entre el derecho y la infancia. Descubrimos cómo la humanidad fue reconociendo con lentitud la titularidad de los derechos del niño hasta culminar con la Convención de los derechos de los niños de 1989, el texto fundamental en materia de infancia.
Para ayudarnos a comprender la situación actual recuerda algunos hechos jurídicos relevantes: la evolución de los derechos de la infancia, la historia de la patria potestad y la aparición del principio del superior interés del menor. Al mismo tiempo, se plantean interrogantes que van quedando por el camino como ¿De qué forma ha contribuido el Derecho a crear o al menos consolidar la quiebra de autoridad y la aparición del llamado “síndrome del emperador”? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de los padres por los actos de sus hijos? o ¿de qué forma atenta esto contra el derecho a la libertad del menor?
En la segunda parte, la autora se adentra de lleno en “El laberinto” que supone la legislación, demostrando la necesidad de que esta sea más coherente y clara. Descubrimos los problemas planteados por la indefinición jurídica, las dificultades para interpretar las normas y los conflictos entre el deber de educar de los padres y los derechos de los hijos. El libro sigue abordando temas controvertidos como la autoridad paterna, la edad penal o la emancipación y ahondando en preguntas fundamentales como ¿Qué es un niño? ¿Cuándo comienza la infancia? ¿Cuándo termina? O ¿Quién es un padre y una madre?
Esta obra quedaría coja si no hubiese una tercera parte que completase el cuadro: “Buscando salidas al laberinto”. De esta forma el libro se convierte en una herramienta útil para ayudar a “recuperar el sentido común en el tratamiento de nuestros menores, que son el futuro de la sociedad” y contribuir a que estos lleguen a ser “ciudadanos responsables y solidarios”.
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